REPORTAJES DE RADIO EUSKADI
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"Yo viví la República "
13/04/2006
El equipo de reportajes de Radio Euskadi ha hablado con Andresa Goñi, viuda de un republicano y presidente de la UGT en Cáseda (Navarra), en el 75 aniversario de la proclamación de la República.
Andresa Goñi vivía en Cáseda y tenía 20 años cuando se proclamó la II República. Hoy, con 95, lo tiene muy claro: "Si hubiera una tercera República, me acordaría de mi marido y votaría de nuevo a los republicanos". Su marido, Antero García, albañil, fue presidente de la UGT de su pueblo "porque los obreros se lo pidieron, ya que ellos no sabían ni escribir", señala Andresa". "Él sólo quería ayudar a los pobres del pueblo, porque muchos no tenían ni para comer. Por eso los ricos le odiaron y por eso lo mataron", lamenta. Sus ojos se humedecen ligeramente tras unas gruesas gafas mientras aprieta los puños.
Antero fue hecho prisionero en los primeros días del golpe de estado militar del 18 de julio. Ese golpe dio al traste con un gobierno legítimo y legal "que comenzó la democracia". Eso es lo que dice Pili, hija de Antero y de Andresa, y que nació (casualmente) el mismo 1931. "Pero lo que sé de la República no lo recuerdo, me lo han contado. Se iniciaron las cooperativas agrícolas, se ayudaba a la gente del campo, se instauraron los matrimonios civiles... todos los avances que luego se perdieron y que ahora parece que volvemos a tener", apunta. Aquellas pequeñas "revoluciones", como el reparto de las tierras comunales (las tierras de los Ayuntamientos "que los ricos tenían mientras les dejaron", como dice Andresa) provocaron las iras de los terratenientes y terminaron, por la vía de las armas, con el Gobierno republicano.
Represaliadas
Ni la muerte de Antero ni la conclusión de la guerra supusieron el final del sufrimiento de su familia. Vejaciones, insultos, exclusión... es lo que tuvieron que vivir durante la dictadura. A Andresa, como a otras muchas viudas, le raparon el pelo. "Unas vecinas nos cataban: "Arriba pelos y a crecer, para volver a cortarlos otra vez" (con la música de las dos últimas estrofas del "Cara al Sol"). También sufrió registros en su casa y quemó ella misma la bandera de la UGT de su marido y los libros de su biblioteca. "No quería que ellos (los fascistas) hicieran burla con la bandera o con los libros", argumenta. Prefirió ser ella misma quien quemase aquellos recuerdos materiales; los otros, los de la mente y el espíritu, no se pueden destruir.
Antero fue llevado a la cárcel de Pamplona y fusilado después. Recuperaron su cadáver en 1979 y pudieron por fin enterrarlo en el cementerio de Cáseda, una obra que, como albañil y capataz, Antero había comenzado en 1936. En el mismo panteón que él reposan los cuerpos de 43 personas, 11 de ellas trabajadores que llegaron a Cáseda desde otros lugares de Navarra y del Estado para construir el Canal de Las Bardenas. "Cuando llevo flores", dice Pili, "no son sólo para mi padre, sino para todos. Porque todos, que sufrieron lo mismo que él, también son un poquito mi familia".